jueves, 11 de noviembre de 2010

Leyla a ex matadoras: “A ver si critico el trabajo que han hecho en el Congreso”

Hace unos minutos han regresado al Keio Plaza Hotel tras haber hecho unas compras. Elena Keldibékova baja por el ascensor y desde el lobby llama a Leyla Chihuán. El grupito de periodistas que han llegado hasta Japón las espera para una entrevista concertada.

–Qué pasa, chicos, ya no me van a hacer llorar, dice Leyla.
Las dos son las mayores del grupo. Elena tiene 37 años, Leyla dos menos. Las dos han disputado aquí su segundo Mundial consecutivo. Elena marcha como la tercera mejor levantadora del torneo que finaliza este domingo, Leyla es la séptima entre las atacantes.

-Lucen como si les hubiera pasado un camión encima.
Es que estamos ‘matadas’, responde rápido Leyla. Quizá sea un poco de saturación, por hacer durante tantos años lo mismo. Quizá sea porque nos vamos sin avanzar mucho en el Mundial, y regresaremos con la sensación de que pudimos hacer más y que no nos creímos capaces en su momento. Pero esto ya acabó.

–Yo –entra Elena– estoy preocupada. Al igual que Leyla me voy fastidiada, pero ahora sí puedo decir que he estado presionada por mi club, el Lokomotiv de Bakú (Azerbaiyán), que quiere que viaje en forma inmediata para allá. Pero yo les he pedido unos tres o cuatro días para poder estar con mi esposo y mi hijo, a quienes no veo casi un mes. Pero me voy tranquila, hicimos lo que pudimos. Nada más.

¿Se van con la sensación de que no rindieron todo lo que saben?
Pero no podemos hacer más nada. Hablamos todo lo que teníamos que hablaren su momento. Algunas chicas lo entendieron. Otras no tanto, explica Chihuán.

–Yo sí siento que hemos mejorado en muchos aspectos. Tuvimos giras y partidos de práctica que antes no había –replica Elena– y dimos un paso hacia adelante. Las chicas han ganado experiencia aquí. Por lo menos ya saben qué es lo que no deben hacer…

Hablan de algún tipo de rencilla dentro del equipo.
Leyla tiene la voz cantante: Pero quién puede ser el c… que haya inventado tamaña tontería. Si lo quieren saber, lo vuelvo a decir: hoy 10 de noviembre a las 6:45 de la tarde hora de Japón no hay ningún problema. Miento, el único problema que tuvimos fue aquel partido contra Polonia que lo regalamos estúpidamente. Esa noche nos juntamos todas, nos dijimos lo que pensábamos y se acabó.

¿Y qué piensan de las críticas lanzadas desde Lima por las ex matadoras”.
Nos tiene sin cuidado –responde ‘Ley’–, ellas tuvieron su momento y nosotras el nuestro. El vóley en aquellos días era diferente. Se jugaba con otro sistema. Hoy todos han mejorado. Bueno, no todos, Perú es una pequeña excepción. No hemos sabido crecer, no tenemos una liga profesional, no somos capaces de ofrecer buenos contratos… Es fácil criticar ahora, pero pocos recuerdan que las que hoy critican fueron sancionadas por negarse a jugar por la selección. A ver si yo me pongo a criticar el trabajo que han hecho en el Congreso.

La pregunta cae de madura: ¿Van a seguir en la selección?
Mientras yo tenga salud, seguiré, dice Elena, como dándole un respiro a Leyla. Me siento bien y si el comando técnico cree que puedo aportar, allí estaré. Si no, apoyaré a las que estén.

–Yo sí ya tomé mi decisión. Soy una persona incómoda para algunos, quejosa para otros porque soy la que sale a pelear por la comodidad de mis compañeras. Pero ya llegué a mi límite. Tengo otros objetivos. Quizá incluya en ellos la posibilidad de ser madre. Le digo adiós a la selección. Quizá abra en Lima una clínica para niños, para que aprendan jugando, no lo sé aún.

Leyla se para. Se sienta. Está inquieta. Quiere ir a buscar otro café, “o quizá un whisky”. Elena quiere buscar un juego de Nintendo que su hijo le ha encargado. Basta de charlas. En un par de horas deben volver al hotel para la cena. En pocas horas se irán a casa.

Por: Patrick Espejo (El Comercio)

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